El amor y los celos están íntimamente relacionados, ya que quien ama permanece habitualmente en estado de alerta hacia la otra persona. Los celos en pequeñas dosis son normales, pero cuando son excesivos pueden resultar enfermizos y llegar a causar irremediable dolor.
Muchas personas creen que los celos son una manifestación de amor o interés en el otro; por lo que al principio de la relación la persona receptora de los celos, los percibe de un modo agradable, pues lo empata con sentirse querido o deseado, pero con el tiempo se da cuenta de lo asfixiante y desgastante de la relación.
Los celos patológicos implican una necesidad constante de supervisar lo que el otro está haciendo, de modo que caen en conductas como llamarle constantemente, enviarle muchos mensajes, tratar de ver dónde se encuentra y corroborar la información. La relación deja de disfrutarse y todas estas conductas se convierten en un verdadero martirio.
Estos celos se vinculan con la necesidad permanente de introducir a un tercero en la relación de pareja, en una situación fantaseada o irreal. Pero como el reclamo es constante y frecuentemente se le hace ver al otro integrante de la pareja que no se le tiene confianza, genera muchos sentimientos negativos, odio o resentimiento. La ira y los reclamos pueden llevar a la violencia física o psicológica.
La persona celosa constantemente aumenta el nivel de exigencia de la pareja: solicita atención constante, se torna hipervigilante, muestra gran competencia con los círculos cercanos de su pareja, y justifica su control con la manifestación de detalles amorosos y el tiempo que demanda, el cual nunca es suficiente.
El celotípico busca estar alerta para deshacer el supuesto engaño por el cual se ve sometido por su pareja. Revisa constantemente las pertenencias de su pareja: bolsa de mano, computadora, correos, contraseñas, celular, bolsillos, y en vez de sentir que actúa inadecuadamente lo justifica diciendo que lo hace porque le interesa su pareja y debe protegerla porque no se da cuenta de la malicia.
Su vida gira en torno a acusaciones imaginarias y cuanto realice el otro se convierte en algo sospechoso. Puede sentir celos de personas, amigos, familia, y de las situaciones en las que su pareja tenga aceptación o popularidad en sus círculos sociales. No puede permitir al objeto de su amor la libertad de desarrollarse plenamente como individuo, ni tomar sus propias decisiones. Racionaliza sus conductas celotípicas con argumentos como:
“Conozco la naturaleza humana y me doy cuenta de las fauces del lobo donde te encuentras”
“No desconfío de ti sino de tus amigos y compañeros de trabajo”.
“No soy celoso, es que tú eres muy ingenua”
“Te protejo y te cuido de ti mismo”
“Sólo quienes no aman, no se interesan”
“¿Dónde estabas en tal momento donde intenté localizarte?”
“¿Cómo que no te acuerdas que estabas haciendo cuando no contestaste mi llamada?”
“¿Y por qué te van a ascender en el trabajo? ¿Le andas coqueteando al jefe o prometiéndole algo más?”
“Seguramente estás pensando en alguien más”
“Estás pensando que tu exnovio te besaba mejor”
“¿Y con quién visitaste este restaurante que lo conoces tan bien?
El celoso no sólo tiene baja autoestima, sino percepciones y pensamientos distorsionados, falta de control de impulsos, fantasías de competencias irracionales al querer demostrar que es mejor que los demás, por una carencia muy notoria en su vida, real o imaginaria. Percibe o interpreta los hechos cotidianos relacionándolos con el engaño o infidelidad.
Todo lo anterior lo interpreta como señales que le hacen creer que desean dañarlo o traicionarlo, por lo que reacciona con celos manifestándolos muy sutilmente al inicio de la relación y posteriormente con actos de mucha violencia.
Al alterar su pensamiento el celotípico cree en lo que decide creer a pesar de que los demás le intenten hacer notar que su percepción es equivocada, y puede creer que todos confabulan para que no se dé cuenta que lo engañan.
La persona celosa tampoco comprende que su pareja pueda sentir felicidad en su trabajo, escuela o con sus amigos, sin estar con él o ella, pues su distorsión cognitiva le dice que esto implica un riesgo de abandono y traición.
Si te identificas con las líneas anteriores, te invitamos a buscar ayuda para resolver estos conflictos que tiene raíces más profundas. Si logras solucionar esto podrás relacionarte mejor con tu pareja, tu entorno y vivir en un mundo agradable.